Ayer vi la película "El Furor del Dragón", de Bruce Lee, y me quedé gratamente sorprendido cuando vi aparecer en los créditos el nombre de ese ídolo de masas, Chuck Norris. Ya intuía lo que iba a pasar, y más aún cuando a mitad de la película el jefe mafioso de turno decide contratar al camepón de karate de América para enfrentarse con Mr. Lee. Esto era algo que sólo las mentes de los freaks más calenturientos podían imaginar, pero sucedió de verdad. Eran los 70.
Nada de la película tiene desperdicio, con escenas que continuamente recuerdan a Kill Bill (inspirada en este tipo de cine) pero cuando Chuck aparece y da comienzo el épico combate final en el coliseo romano, es algo superior a cualquier humano que sienta devoción por la figura bien del "Ranger de Texas" o bien por "El Pequeño Dragón". Si te gustan los dos puede que sea demasiado para tu débil sistema nervioso.
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